Es conocido que el cambio climático es el responsable de la acentuación de algunos fenómenos meteorológicos como las tormentas eléctricas, lluvias torrenciales, sequías o huracanes. Aunque el clima ha enloquecido, ya se producían algunos fenómenos atmosféricos naturales insólitos y espectaculares de por sí.
¿Qué son los rayos volcánicos?
Un estudio de la revista Science indica que las cargas eléctricas de los volcanes se originan cuando colisionan fragmentos de rocas, cenizas y partículas de hielo en una columna de humo volcánico. Es entonces cuando se producen cargas estáticas de la misma forma que se originan los rayos en una tormenta eléctrica común, salvo que en estas ocasiones se producen al colisionar únicamente partículas de hielo. Asimismo, las erupciones volcánicas también liberan grandes cantidades de agua, que pueden ayudar a impulsar la producción de estas tormentas eléctricas.
La primera observación de la que se tiene constancia es del año 79, cuando el historiador romano Plinio el Joven describió la erupción del monte Vesubio. Este suceso quedó reflejado en cartas e imágenes estremecedoras de aquel momento de la historia: multitudes enteras observaron una nube surcada por rayos de fuego y que ocultó bajo su manto la luz del sol en Pompeya. En este mismo volcán se llevaron a cabo los primeros estudios científicos de los rayos volcánicos o tormentas sucias, realizados por el profesor Luigi Palmieri durante las erupciones de 1858, 1861, 1868 y 1872.
Ya en tiempos actuales, una investigación publicada en 2008 en el Boletín de Vulcanología, señalaba que entre el 27% y el 35% de las erupciones están acompañadas de estos resplandores (rayos). Se han podido fotografiar en diversos lugares del mundo espectaculares tormentas sucias, como en el volcán Chaitén de Chile, en el Colima en México, en el Monte Augustine de Alaska y, en Europa, en el volcán Eyjafjallajökull de Islandia y en el Etna en Sicilia.
¿Cómo se producen los rayos volcánicos?
La fricción entre las partículas de granizo y las gotas de agua situadas en la parte superior de los cumulonimbos (nubes de tormenta), induce a la ionización del aire y establece importantes diferencias de potencial entre unas partes y otras de la nube. Esto termina por generar los rayos dentro de las nubes y también los que alcanzan otras nubes o descargan en el suelo.
En el caso de los rayos volcánicos, se tienen que dar unas condiciones en las nubes de ceniza similares a las que se dan en el interior de la nube de tormenta.
Las cenizas y los piroclastos que arroja un volcán inicialmente son neutros (sin carga eléctrica), pero la fricción entre ellos en un ambiente ciertamente hostil (ardiente) provoca la liberación de iones en el seno de la pluma volcánica.
Solo cuando sucede esto, es decir, cuando la nube volcánica tiene diferencias de cargas eléctricas, se producen los rayos volcánicos.
Consecuencias y curiosidades de los rayos volcánicos
Una consecuencia importante de estas tormentas eléctricas es que pueden afectar a las comunicaciones: los rayos pueden interferir y tener un impacto negativo en la aviación.
Asimismo, las comunicaciones por radio se verían afectadas tanto en el aire como en los aeropuertos cercanos. Un estudio realizado por Stephen R. McNutt y Earle R. Williams, del instituto geofísico de Alaska y del instituto de Massachusetts respectivamente, ratifican que “los rayos y la electrificación en los volcanes son importantes porque representan un peligro en sí mismos, son un componente del circuito eléctrico global, y porque contribuyen a la agregación de partículas y a la modificación de las columnas de ceniza.”
Los volcanes en erupción son capaces de provocar fenómenos de enorme magnitud. Un estudio publicado en Scientific Reports de Andrew Pata, investigador posdoctoral del Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona, describe que el agua marina evaporada del volcán Anak Krakatoa de Indonesia cargó una tormenta volcánica que duró seis días y provocó más de 100.000 rayos entre el 22 y el 28 de diciembre de 2018. Por tanto, la erupción de algunos volcanes también nos permite observar la formación y evolución de descargas eléctricas de gran magnitud en la atmósfera.
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