Por definición, «una tormenta seca es aquella tormenta que no lleva asociadas precipitaciones o las lleva muy débiles, pero sí aparato eléctrico». La ausencia de precipitación puede crear una falsa sensación de seguridad que supone un grave riesgo para la seguridad de personas y estructuras. En este escenario, un sistema con sensores capaces de detectar todas las fases de la tormenta y emitir alertas antes del primer impacto puede marcar la diferencia.
Los rayos son potentes descargas eléctricas atmosféricas que pueden suponer un gran peligro según donde impacten. Por lo general, asociamos las tormentas a una lluvia intensa, rachas de viento y aparato eléctrico, pero no siempre se producen los tres factores al mismo tiempo ni con la misma intensidad.
El fenómeno conocido como tormenta seca se produce cuando en las capas medias y bajas de la atmósfera no se dan condiciones de humedad suficientes para que la lluvia sea importante, ni tampoco hay bastante aire frío en altura (capas altas) para que la tormenta tenga una buena estructura y desarrollo vertical.
De esta forma, la lluvia se evapora antes de llegar al suelo porque hay poca humedad en niveles bajos y medios. En estos casos se suelen ver unos pequeños filamentos de lluvia que salen de la base de las nubes y que no tocan tierra, conocidos como virga. Aunque no es exclusivo al periodo estival, este fenómeno se suele producir principalmente en verano y en zonas secas en las que se alcanzan altas temperaturas y es una de las principales causas de incendio por impacto de rayos.
Las actividades a cielo abierto son especialmente sensibles a la caída de un rayo. Parques eólicos, instalaciones fotovoltaicas, refinerías, minas, instalaciones militares, grandes eventos deportivos, campos de golf o aeropuertos corren el riesgo de que una o varias descargas eléctricas produzcan graves daños tanto personales como económicos si no se toman medidas preventivas con la suficiente antelación.
Ante una tormenta seca, la ausencia de lluvias puede conducir a una falsa sensación de seguridad que provoque que no se tomen las medidas necesarias para proteger tanto a las personas como a estructuras sensibles, al no percibirse el riesgo de la misma forma.
Los sistemas de detección de tormentas se utilizan para poner en marcha protocolos destinados a esta protección. Sin embargo, deben de ser capaces de detectar todas las fases de una tormenta para que resulten efectivos.
Detección de tormentas: un sistema inteligente y alertas más fiables gracias a la tecnología de doble sensor
Los sistemas de detección que cuentan con un sensor del campo electromagnético son capaces de detectar las tormentas que se acercan al objetivo a proteger. Sin embargo, no son eficaces cuando se forma sobre el objetivo, el primer impacto puede ser crítico y producir grandes daños.
El sistema de detección de tormentas ATSTORM® cuenta con sensores de campo electrostático y sensores basados en campo electromagnético. Sus alertas de aviso de tormentas en formación o aproximación en el área que se desea proteger (radio de 20 km), se basan exclusivamente en la medición del campo electrostático ambiental. Esta medida es la única protección preventiva sólida porque detecta todas las fases de la tormenta definidas en la norma IEC 62793:2020, desde la inicial hasta el buen tiempo, una vez la tormenta ha pasado. Los sensores de campo electrostático son los únicos capaces de determinar el riesgo real de caída de rayo antes de que se produzca. El sensor del campo electromagnético, por otra parte, extiende el área de monitorización hasta un radio de 40 kilómetros y permite definir un estado de prealerta ante la existencia de tormentas activas distantes.
Además de contar con tecnología de doble sensor, el sistema experto de detección local de tormentas ATSTORM® de Aplicaciones Tecnológicas está operado de forma remota por expertos a través de IoT (Internet of Things), de manera que se asegura siempre su correcto funcionamiento, haciendo a la vez que todas las adaptaciones, calibraciones y actualizaciones sean automáticas, sin requerir la intervención del usuario.
De esta forma, al enviar los datos a un servidor centralizado, permite modificar los algoritmos de alarma para mejorar el rendimiento de alarmas, cruzar datos con otras fuentes para mejorar el sistema, adaptar los algoritmos a cambios que se puedan producir en el emplazamiento y monitorizar el estado de los equipos para realizar un mantenimiento predictivo.
Si desea informarse más acerca de la detección local de tormentas y el funcionamiento de ATSTORM®, puede contactar con nosotros en el siguiente enlace y descargar de forma gratuita el ebook Gestión avanzada del riesgo de rayo.
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