Si no existe protección contra el rayo, o si ésta es incorrecta, los rayos pueden causar grandes pérdidas económicas, desastres ecológicos y víctimas mortales.
La globalización, la facilidad de acceso a la información y el uso generalizado de los medios de comunicación hacen que nos lleguen actualmente más noticias detalladas de casos en los que las descargas de rayos han producido daños tanto personales como económicos. En los últimos meses hemos conocido el fallecimiento de personas debido a los efectos del rayo cuando realizaban actividades al aire libre como pescar o jugar al fútbol. También de importantes accidentes en industrias, como los dos casos de incendios en plantas petrolíferas en Venezuela. El rayo es además uno de los principales causantes de los incendios forestales, y se apunta como posible causa del gran incendio de este año en el parque natural de Yosemite (US).
Los rayos han sido siempre uno de los fenómenos naturales más peligrosos y no se debe minusvalorar su riesgo ni escatimar precauciones. La protección externa de estructuras previene incendios y daños físicos, pero también deben protegerse las líneas para evitar que la corriente del rayo entre en la estructura, alcanzando a los equipos e incluso a las personas. En muchas ocasiones, como en los bosques o muchas actividades al aire libre, solo la detección de tormentas y la toma de medidas adecuadas pueden evitar daños irreparables.
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