Un pararrayos para el siglo XXI

Un pararrayos para el siglo XXI

Finales del siglo XVIII. Descubrimiento de la naturaleza eléctrica del rayo y de la posibilidad de evitar sus daños dándole un camino a tierra. Supuso que los edificios más altos e importantes de la época se dotaran de puntas de captación, bajante y toma de tierra. De esta forma se consiguieron evitar muchos de los estragos económicos y personales que provocaban los incendios y roturas originados por este fenómeno.

Siglo XIX. Se generaliza el uso del pararrayos, con lo que se detectan fallos en la práctica con respecto a los modelos teóricos. Se empiezan a proponer distintas alternativas para calcular el volumen protegido.

Siglo XX. Los conocimientos y medios tecnológicos que se van desarrollando durante este siglo permiten comenzar a estudiar el rayo desde un punto de vista físico: su formación y desarrollo, sus parámetros, sus mecanismos de descarga y sus efectos. La experiencia demostraba, a menudo contundentemente, que la previsión del alcance de la protección de los pararrayos a su alrededor había sido excesivamente optimista.

¿Qué solución se adoptó entonces? Multiplicar el número de posibles puntos de impacto y diversificar los caminos de bajada a tierra. Parecía suficiente, sin embargo esta solución es de difícil aplicación en muchos casos, por motivos arquitectónicos y sobre todo económicos.

La investigación continuó, recurriendo a la tecnología y al conocimiento del mecanismo de formación del rayo para optimizar la solución de protección.

¿Cuál ha sido el principal avance con que contamos hoy en día?

Sin duda, los pararrayos con dispositivo de cebado (PDC), con componentes electrónicos robustos, que permiten ir más allá del invento de Benjamin Franklin. El PDC no es un mero punto de impacto y ofrece un mayor radio de protección. Todo esto  basado en  exigentes normativas que controlan los ensayos a los que deben someterse, así como los requisitos para su correcta instalación.

Siglo XXI. Es cierto que aun hoy la solución de Franklin sigue utilizándose en muchos lugares. Pero cada vez más se instalan pararrayos tecnológicamente avanzados, que mejoran el control del rayo. También se suelen incorporar, como complemento a esta protección, contadores que registran las características de estos fenómenos (intensidad, polaridad, energía, fecha y hora) así como dispositivos de detección local de tormentas, que avisan del riesgo de rayo antes de su impacto a tierra, de forma que se puede prevenir la práctica de ciertas actividades cuando hay un alto riesgo.

 Como se ve, las nuevas soluciones utilizan la última tecnología para mejorar la eficacia de los sistemas de protección y están adaptadas a las necesidades de esta época, en la que se valora la optimización de recursos, el impacto ambiental, la estética y por supuesto, la seguridad.

COMIENCE A ESCRIBIR Y PRESIONE ENTRAR PARA BUSCAR